El concepto de espacio abierto surgió a finales del siglo pasado como resultado de profundos cambios socioculturales y de una evolución en el diseño de interiores. Alejándose de la distribución tradicional del hogar, que apostaba por una clara separación de ambientes, la tendencia se inclinó hacia una disposición más fluida, respondiendo al deseo de muchas familias de contar con espacios que fomentasen la interacción social y la convivencia.
En este contexto, la cocina y el salón —dos de las zonas más transitadas del hogar— se funden en una única área diáfana, redefiniendo la forma de habitar los espacios. Hoy en día, el espacio abierto es una de las soluciones de diseño más populares en los interiores contemporáneos. Estas estancias, luminosas y con sensación de amplitud, invitan a la interacción entre quien cocina y quien disfruta del hogar. Pero esta disposición también supone un reto: los olores se dispersan sin barreras, impregnando tejidos, muebles y decoración.
Aunque las cocinas abiertas nos animan a vivir este espacio de una forma nueva, también exigen soluciones inteligentes que eliminen los olores sin sacrificar el confort diario.
Descubre las mejores estrategias para mantener una cocina abierta fresca y libre de olores.